“Soy escritor y ahora estoy trabajando en una historia sobre la naturaleza de la traición humana. La idea me vino luego de lo que le pasó a un vecino mío. Mi vecino adoptó a un niño de días de nacido que crio como si fuera su propio hijo. Le dio protección, cariño, cuidado y todo lo que un ser humano necesita para valerse en esta sociedad. Si en algún momento la vida fue dura con este muchacho, la fortuna ahora lo recompensaba con creces al poner en su camino a una persona como mi vecino. Conforme el niño fue creciendo empezó a preguntar sobre sus verdaderos padres y es así como comenzó a tener contacto con ellos. Mi vecino, que lo único que quería era verlo contento, no impidió en ningún momento la comunicación y así fueron pasando los años. Ahora el niño tiene treinta y cinco años y me enteré que le está tratando de quitar la casa a mi vecino. Sí, así como lo oyes: esa casa cuyas puertas de manera desinteresada se le abrieron alguna vez para darle oportunidad de hogar, de familia, ahora él quiere destruirla. Dime, ¿cómo puede ser posible eso?, ¿cómo alguien puede morder la mano que le dio de comer?, ¿qué ideas cruzan por la mente de aquella persona para que, tras brindarle abrigo, te escupa en la cara? Yo tengo una respuesta: la sangre siempre tirará para la sangre, porque no importa cuán bueno o malo haya sido mi vecino con él, porque al final el ser humano siempre tirará para su propia familia.” (Lima-Perú)
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