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  • Foto del escritorPersonas de Latinoamérica

Una foto, cientos de amenazas de muerte

"No sé por qué la vida se ha ensañado conmigo, nunca fui una persona que vaya haciendo el mal por el mundo y sin embargo ahí me tienes, mordiendo el piso.

No era un día normal. Yo estaba super emocionado porque era mi primer día en mi primer empleo como camarógrafo profesional desde que terminé la universidad. Antes de conseguir el puesto viví durante meses deprimido porque cuando egresé busqué trabajo por mucho tiempo pero no conseguía; empezaba a pensar que mi paso por las aulas había sido en vano. Pero cuando obtuve la posición me llené de optimismo porque las cosas iban mejoraban, o al menos eso era lo que yo creía. Como primer encargo de trabajo me enviaron a hacer tomas a un estadio de fútbol. Aquél campo deportivo era 'El Monumental', cancha oficial del club 'Universitario de Deportes'. A los miembros e hinchas de ese club se les conoce popularmente como 'Gallinas'. No sé el origen del apodo, pero sí estoy enterado que para algunos ser llamados así puede resultar una ofensa tremenda, tanto o más que escupiar en la cara a la propia madre. Terminada la comisión saqué una foto del estadio que pensé compartir en mi muro de Facebook bajo el título de 'Gallinero'. Cuando publiqué la imagen mi vida cambió por completo.

Todo sucedió tan rápido que ni aún hasta ahora yo me lo creo. En cuanto presioné ´Publicar contenido' empecé a recibir notificaciones de contactos míos en las que me insultaban por haber subido la foto. Personas que ni si quiera conocía empezaron a escribir en mi muro de Facebook diciendo que me cagarían la carrera y la vida. Nunca fui fanático del fútbol, por eso me pareció absurdo reaccionar así por una imagen. Quise pasar la página pidiendo disculpas y borrando el contenido, sin embargo, cuando lo hice, los problemas recién empezaban.

No sé quién, no se cómo, obtuvieron mi número de teléfono y empezaron a llamarme. Decirte cuántas amenazas de muerte recibí hacia mí y mi familia por parte de desconocidos tras compartir la imagen sería mentirte, y es que fueron tantas que no recuerdo el número. Naturalmente, tuve miedo, la situación se había salido totalmente de mis manos y no sabía cómo actuar. Lo primero que se me ocurrió fue cerrar mis redes sociales y desaparecer todo rastro mío en la web. Cuando lo hice y empezaba a tomar un respiro, me acababan de llamar de gerencia general del canal donde había empezado a trabajar. 'Alfredo...No, no te sientes, será breve. Estamos enterados de todo. Nos han llegado capturas de pantalla de la publicación que hiciste y no hemos parado de recibir insultos y amenazas de los hinchas de universitario que piden tu separación del canal. Creemos que es tonto todo lo que hacen, pero no podemos ignorar el real riesgo que corremos al ser amenazados por ellos. Lo sentimos pero tienes que irte. Entendemos tu situación, comprendemos que compartiste contenido sin mala intención, como una broma, pero nos estamos viendo perjudicado por eso, no podemos dejar que nos asocien contigo', fue lo que más o menos dijeron cuando me despidieron. Todo fue tan rápido, tan fugaz, que estaba como adormecido, ¡ni si quiera pude reaccionar ante lo que a todas luces era una injusticia porque no creía que fuera verdad! Recuerdo que lo único que hice fue agradecer por la oportunidad, disculparme e irme. Al poco rato el canal sacó un comunicado diciendo que me habían despedido, y en unos pocos días otra persona ocupó mi puesto.

Se supone que mi separación del canal debió ser el final de todo; por algo absurdo -tal como habían prometido hacerlo- me cagaron la carrera. Ya había pedido disculpas, eliminado la foto, cerrado mis redes sociales por el hostigamiento, fui despedido en mi primer día de empleo; todo lo que podían haber tomado de mí, lo tomaron, todo, pero aún así no estaban contentos. Empezaron a escribirle a mi hermana, a decirle que me entregara a los líderes de la hinchada porque de lo contario irían a buscarme a casa. Un día mi tío salió a comprar pan y vecinos le dijeron que personas de mal vivir estuvieron preguntando por mí. Estaba aterrado, querían matarme. Para soportar la ansiedad que la situación me producia, empecé a drogarme con marihuana y fármacos que habían en casa. Todo el día me la pasaba drogado y pensando en cómo era posible que algo tan estúpido como una foto podía significar mi ruina; creí que mejor sería morirme. Mis padres, que vivían en una ciudad muy alejada de Lima, se enteraron de todo y decidieron llevarme con ellos. En Talará estuve viviendo algunos meses. Empecé a ir a rehabilitación y aunque me curé las drogas dejaron secuelas en mí volviéndome ansioso. Por algún tiempo traté de rehacer mi vida en esa ciudad buscando trabajo en lo mío, pero nada, nadie me llamaba. Así pasó el tiempo hasta que hace algunos meses volví a Lima. La ciudad no ha cambiado, sigue siendo la misma. He tratado de conseguir empleo, pero nada, sigo en la misma situación en la que estaba antes que todo esto pasara, aunque esta vez más jodido porque estoy acompañado de una fuerte ansiedad y el uso de antidepresivos. Vivo de algunos trabajos esporádicos que consigo y del apoyo de mis padres. Ahora me he puesto a estudiar algo distinto a lo mío, quizá por ahí cambie mi suerte." (Lima-Perú)


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