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Foto del escritorPersonas de Latinoamérica

Una casa vacía


“Quizá mi error fue soñar en grande. Mi idea era tener una casa grande, un lugar donde mis hijos puedan jugar y mi esposa y yo podamos tener una vida de familia. Yo sabía que no iba a ser fácil, que para eso debía de ahorrar sus buenas ‘lucas’. Así que no lo pensé mucho: dejé el departamento donde vivía, llevé todas mis cosas a casa de mis padres y nos quedamos a vivir con ellos. Es ahí cuando se cagó todo. Compartir el baño, la cocina, tener que discutir en voz baja por temor a que alguien más se entere, cosas mínimas como no poder colocar los codos sobre la mesa, menos andar a tu gusto porque simplemente no es tu espacio, la cagaron todo. Mi entonces esposa me pedía que saliéramos de ahí, que vayamos a arrendar una pieza y quedáramos ahí donde nadie nos mirara si comíamos pan blando o duro. Yo le decía que se calmara, que estaba juntando dinero para algo grande, que quería hacer algo grande para ella y mis hijos. Y así pasaron cuatro años. Mis otros dos hijos nacieron y pequeños problemas que hay en toda relación no faltaron. Yo trabajaba en una minera y apenas podía ver a mi familia cada quince días, sin duda mi pareja sentía en cierto modo que la había abandonado. Es curioso cómo trabaja el ser humano. Cosas que para algunos pueden ser no tan importantes porque las vemos como parte de un proceso, para otras sí lo son porque esos detalles son el proceso en sí. Me estoy refiriendo a la cierta indiferencia que yo tenía cuando mi pareja me decía que nos vayamos a vivir a otro sitio. Una mañana me levanté y me dije: es el día. Empecé a comprar herramientas, tomé un terreno, me fui al banco y saqué diez mil dólares para construir la casa. Cuando estaba en plena construcción, me separé. Como te decía, veníamos arrastrando problemas que de un momento a otro se volvieron en constantes discusiones. Nunca hubo infidelidad, solo eran los problemas que se fueron acumulando año tras año. Se terminó de construir la casa y nunca vivimos como una familia en ella. El patio, la sala, el comedor, el cuarto de mis hijos, nuestro cuarto, nunca fueron habitados. La idea que había tenido se convirtió en una realidad, pero en una realidad vacía. Me sentí mal, fue un año de la mierda, pura mierda, pura desgracia ese año. De todo lo que te conté ya pasaron cinco años. Traté de recuperar a mi familia pero fue imposible. Hoy en día como que recién recapacito y digo: ‘Puta que la cagué, ¿por qué no miré a ella, por qué no le presté más atención a lo que decía?, me hubiese ido a volar con ella y me voy a la chucha, pero me voy a la chucha con ella y con mi familia.” (San Pedro de Atacama-Chile)

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