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Foto del escritorPersonas de Latinoamérica

Sueños de humo

“Me gano la vida fácil, vendo pasta. Empecé desde muy joven, a los trece años. Llegué al negocio por la familia. Como necesitaba dinero para salir con la que hoy es mi señora, los tíos de ella me preguntaron si quería hacer unos encargos. Primero fueron unos cuantos quetes (paquetes pequeños) que después se convirtieron en kilos. Era fácil mover la mercancía porque como era niño nadie podía tocarme. Además, como no vivía con mis padres no tenía que darle explicaciones a nadie. Poco a poco fui haciendo dinero. A los catorce años de edad tenía ya cinco autos fuera de mi casa. A los dieciséis tenía dos casas. Ya sabes, la típica historia: mujeres, alcohol, drogas, excesos. Pero así como la plata fácil llega, fácil se va. La primera vez que estuve en la cárcel fue porque caí con tres kilos. Vendí dos de los coches para sobornar al fiscal y salir. La segunda caí con cinco y ahí se me fueron dos carros más y una casa. La tercera fue la más pendeja: me pillaron con treinta y ocho kilos. Contraté un abogado para que me sacase. Le pagué ocho millones de pesos pero se fugó con la plata. Contraté a mi tía, que es abogada –yo no quería meter a mi familia-. La hermana de mi tía es jueza. Ambas se movieron para que mi caso lo agarraran ellas y sacarme. A mi tía tuve que pagarle diez millones. Y la que es jueza tuve que pagarle diez millones más. La pareja de mi tía jueza, es fiscal, y al loco tuve que pagarle quince millones. Tuve que gastar en total treinta y cinco millones así que tuve que vender toda mi mierda. Eso fue el año pasado. Ahora me tienes aquí, vendiendo en las calles nuevamente. Estoy tratando de pararme de nuevo.” (Pozo Almonte- Chile) *Imagen referencial, tomada de Cadena Ser.


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