“Ahora mismo me encuentro escapando de todo. No tengo piso fijo donde quedarme ni trabajo estable, tampoco estoy en una relación seria ni nada que pueda atarme desde hace cuatro años. Bueno, es obvio, no quiero comprometerme en algo porque tengo miedo a las consecuencias, a estar nuevamente encerrada en algo que no me gusta y no pueda escapar. Yo era el tipo de persona que le gustaba tenerlo todo bajo control. Solía grabar videos de mí misma cerrando la puerta de la casa para después verlos en el metro y así no tener que angustiarme. Chequeaba diez mil veces la llave del gas, las ventanas, las persianas, la calefacción, el coche, todo. No bebía ni una gota de alcohol ni mucho menos fumaba porque no quería que nada alterase mis sentidos. Y cuando no lo conseguía, cuando algo se me escapaba de las manos haciendo evidente que por más que me esforzara nunca podría tenerlo todo a raya, me frustraba. Esa actitud se reforzaba cuando me sentía rechazada. Mi padre no valoraba la forma en la que llevaba mi vida porque creía que ir a la universidad era una pérdida de tiempo. Mi novio de la época menospreciaba mis emociones. Recuerdo que un día me tocó ir a trabajar a un campamento y yo estaba muy alegre. La primera cosa que él me dijo fue: ‘¿Y tú no crees que a mi hermana le gustaría estar en tu sitio?’. Yo no podía sentirme feliz porque su hermana era discapacitada y en la mente de él las alegrías de los demás la hacían miserable a ella. Sentí mucha rabia de todo. Coincidía con gente muy superficial, consumista, de juzgar, muy de mierda. Sentía mucha rabia, no me sentía bien con nadie porque trataba de agradarles a todos. Sabía que algo andaba mal en mí y debía de cambiar. A partir de ese momento dejé de consumir, dejé de comprarme ropa, ir al peluquero, de preocuparme por mi aspecto. Tuve un momento en el que no frecuentaba a nadie, me pase cinco meses completamente sola sin ver a nadie que conocía. Así fue que poco a poco llegué hasta donde estoy ahora: sin miedo a perder pero tampoco muy feliz de hacerlo. Todavía no sé a dónde quiero ir, pero sin duda sé a dónde no deseo regresar.” (Cajamarca-Perú)
