“Lo que me preocupa son mis hijos, no las enfermedades que tengo, no, eso no, lo que me preocupan son mis hijos. Tengo dos hijos con problemas mentales. Uno tiene esquizofrenia paranoide y está internado en Larco Herrera. No puedo ir a visitarlo porque siempre se pone violento. Hacerle cariños, darle algún abrazo, es jugarse la vida porque nunca se sabe cómo va a reaccionar. Mi otro hijo es autista y él sí vive conmigo. Cuando yo estoy aquí él se queda en casa encerrado. Le doy plata a mis vecinos para que le compren comida y se la alcancen por la ventana. Algunas veces se 'loquea' y me hace un desastre la casa, y yo -cansada- tengo que limpiar a mi vuelta. Entonces le resondro, él se siente mal, se golpea a sí mismo, se tira cachetadas y grita ‘Malo no, malo no’. Ellos dos, son mis hijos, y me pregunto qué será de ellos cuando ya no esté. Al menos aquí en la calle puedo sacar un poco de plata para darles algo y comprar mis pastillas, pero qué será de ellos cuando yo me haya ido.” (Lima-Perú)
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