“Nunca me había enamorado por una red social. Siempre, todas las parejas que tuve, las había conocido en la universidad, el trabajo o por amistades. Pero nunca por una aplicación de citas. Sucede que hubo un tiempo en el que me cansé de conocer personas en la realidad que después terminaban siendo distintas a como al inicio se mostraban. La palabra ‘amor’ había perdido sentido para mí. Estaba cansada. Entonces me dije: ‘Ok, no puedes seguir así, tienes que abrirte a nuevas posibilidades, tomar el riesgo de probar algo nuevo’. Así fue como me descargué esta aplicación de citas y lo conocí. Al inicio no lo tomaba enserio porque la mayoría de chicos que están ahí solo buscan sexo o una relación formal de manera desesperada. Pero él no era así, era muy respetuoso. Empezamos a conversar en abril del año pasado y poco a poco se fue ganando mi confianza. Me preguntaba por mis gustos, fobias, pasatiempos, películas y libros que prefería. Estaba siempre al tanto de mí y cómo me había ido durante el día. Yo estaba feliz. La idea de un futuro juntos cruzaba por mi cabeza. Todo era perfecto, hasta que lo conocí. Durante algún tiempo me sentí insegura sobre mi apariencia, mi forma de ser, y llegué a pensar que a ningún chico le gustaría. Eso, y el hecho de que cosas malas le habían pasado a chicas que habían tenido este tipo de citas, me hacían sentir nerviosa, insegura. Si todo era perfecto en el mundo virtual, ¿por qué arruinarlo con la realidad? Pero finalmente ahí estábamos, sentados, mirándonos cara a cara como dos desconocidos que se conocían. Era extraño porque todo era más intenso: observábamos con atención cada parte de nuestros rostros, nuestros gestos. Digo que todo había sido perfecto hasta ese momento porque mis inseguridades empezaron a aflorar. ‘¿Le gustaré?, ¿está bien la ropa que escogí?, mejor no hubiera venido, ¿por qué dije esa palabra?’, era una montaña rusa de emociones. En un momento comencé a comportarme como una adolescente, repitiendo frases hechas y fingiendo ser alguien quien no era. La conversación empezaba a volverse predecible. Cuando creí que todo estaba arruinado, él debió intuir mi nerviosismo y tuvo un lindo gesto para calmarme. ‘Tienes una hermosa sonrisa, eres mejor de cómo te imaginaba’, me dijo, y yo me sonrojé. En ese momento se desvanecieron mis inseguridades. Sentí alivió en mí. Había alguien al que le gustaba por cómo era y así estaba bien. Salimos una segunda vez, una tercera, y en agosto de este año formalizamos. No nos vemos muy seguido porque cada quien tiene sus propias responsabilidades, pero cada vez que lo hacemos es divertido porque siempre estamos haciendo algo nuevo. Y quiero compartir esa parte de mi vida contigo porque es un momento muy lindo el que estoy viviendo ahora. Estoy enamorada. Cuando deslicé a la derecha poco sabía que el amor estaba detrás de una pantalla y en unos cuantos mensajes a la distancia.”
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