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Foto del escritorPersonas de Latinoamérica

Nuestras alas se volvieron jaulas

“Es gracioso, porque hay tantas advertencias al respecto que uno considera estúpidas, pero cuando te sucede, te das cuenta que tienen mucho sentido, y cuando entras a ese plano –el del desengaño, de la compresión de algo que solías rechazar- todo cambia, tu vida cambia. Nos conocimos hace cinco años. Vivimos y viajamos juntos durante todo ese tiempo. Todo iba bien, sin presiones, fluyendo, hasta que llegó el momento de pensar en un futuro juntos. Decidimos poner un negocio. Como ella era extranjera resolvimos casarnos para que las cosas fueran un poco más fáciles. Pero ni aun así, pese a que sabíamos que nos casábamos no para vivir atrapados, sino por pura cuestión burocrática, ni aun así dejamos de sentirnos presos. No lo sé, es algo que cambia, en las cosas, en la mente. La sensación de pertenencia, de propiedad, que produce el casarse, está tan metido en el sub consciente que es casi imposible liberarse. No es que ella me esté exigiendo algo, sino que es uno mismo el que se exige. Dejamos de ser nómades para poner el negocio, y ese solo fue la punta del iceberg, porque después piensas en la casa, hijos, horarios en el trabajo, algo totalmente opuesto a mío. Como compartes todo prácticamente, te vuelves dependiente de esa persona, ya no te atreves a correr riesgos -algo que le da sentido a la vida- porque debes pensar en esa persona. Con ella esta cuestión la hemos desnudado y visto desde todos los ángulos, pero una cosa es que lo converses y otra muy distinta que lo sientas. Si nos hubiéramos dado cuenta de este efecto antes, hubiéramos quizá pensado un poquito. Creo que fue muy apresurado, creo que nos casamos muy pronto, porque cuando te casas quieras o no todo cambia.” (Trujillo-Perú)



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