“Cuando volví a Santiago mi vida seguía igual, las responsabilidades de la vida adulta seguían esperando por mí. Yo terminé la universidad a los veintitrés años como ‘Licenciada en Historia’, pero mi título no valía nada, ¿quién necesita a una ‘Licenciada en Historia’ para su trabajo? Entonces, cuando acabé la carrera, yo sabía que a lo que me iba a enfrentar era algo super difícil: buscar trabajo, ser más autónoma, hacerme adulta. Pero tenía miedo, porque de niños no nos enseñan a enfrentarnos a eso, tenía miedo. Entonces me dije: ‘¡Ya está, me voy a estudiar un posgrado a Buenos Aires!, voy a seguir siendo estudiante, estudiante eterna’, era una salida perfecta, ¿entiendes?, pero no funcionó. Cuando estuve en Buenos Aires todo fue un desastre: creí que en el aula de clases seríamos pocos compañeros, que iba a haber mucha discusión de textos, algo más profundo, más académico, pero no fue así, al final terminó siendo una clase electiva igual que pregrado, y para mí todo eso fue chocante, muy decepcionante, yo sentía que no estaba haciendo nada que tenía sentido para mí, entonces decidí volver a Santiago, con una sensación de derrota, diciéndome que mi proyecto no funcionó, de capa caída. Después que volví de Buenos Aires estuve trabajando en cualquier cosa: fui mesera, ayudante de investigación, seguía viviendo en casa con mis papás pero ya no era la misma, porque me di cuenta lo que significaba sostener una casa, que si algo se echa a perder hay que arreglarlo, que las cuentas no se pueden empezar a acumular, y fue en ese proceso donde salió una oferta de trabajo para laborar con escuelas y es cuando descubrí mi vocación. Era un programa que tenía por objetivo alejar a los niños del trabajo a través de la potenciación de las escuelas, teníamos que hacer diferentes actividades en el colegio para evitar que los niños se vayan a trabajar en lugar de quedarse en aula. Yo desde niña siempre fui super apasionada por aprender cosas nuevas, mis padres me fomentaron mucho el amor por el saber, por la curiosidad y en este trabajo vi que hay ciertos estudiantes en el universo que no tienen eso, que las razones por las que siguen en las aulas son distintas a las mías, lo cual también está bien, es válido, mas, saber que puedo ayudar a alguien a transmitir el amor por el aprendizaje, por lo nuevo, le dio cierto sentido a mi vida, le dio una razón más al tener que levantarme todas las mañanas y enfrentar las asperezas de la vida adulta, que después de todo, cuando descubres cosas como esta -una vocación- te das cuenta que no es tan mala.” (Santiago-Chile)
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