"¿Qué me trae paz en la vida? Caminar a orillas del mar me da una serenidad de la que no tienes idea. Cuando quiero estar en calma, cuando quiero estar tranquila, voy al mar y me encuentro conmigo misma. Es como si en su inmensa superficie líquida se escondiera intimidad, memoria, deseo, todo eso que nos hace humanos. El tiempo transcurre de manera distinta cuando estoy frente a las olas, justo como lo hacia cuando era adolescente y con mi abuela caminábamos por toda la costa mientras hablábamos de un futuro juntas al tiempo que veíamos el sol ponerse. Al mar le debo también el encuentro con el amor. Hace cuatro años cuando vacacionaba fuera de mi ciudad conocí a alguien que me atrajo mucho. Una noche antes de volver a casa fui a despedirme de la playa. El muchacho preguntó si podía acompañarme. Le dije que sí. Esa noche caminámos con los pies desnudos por la blanda arena, charlando de la vida, de todo. Lo que no supe entonces fue que la conversación duraría cuatro años, que fue todo el tiempo que estuvimos de enamorados. Quedarme un año en Barcelona fue una época dura en mi vida; estaba lejos de mi familia, prácticamente sin amigos ni dinero, me sentía muy sola. Entonces iba a la playa y en el vaiven pausado de las olas recordaba que ningún sentimiento en esta vida es definitivo, que todo va y viene, viene y va, y ese círculo nunca se termina. El mar es un refugio, es calma, es lo más parecido al infinito que tenemos aquí en la tierra." (Bogotá-Colombia)
