“La tercera vez que me golpeó fue porque un niño me besó en la mejilla cuando estábamos en la iglesia. En aquella ocasión dijo que yo era una perra y fue entonces cuando decidí irme de la casa. No sé por qué siempre nos trataba mal a mi mamá y a mí, estoy segura que tenía problemas internos, pero él hacía ver como si la del problema fuéramos nosotras. Siempre criticaba lo que hacía, quería tener el control sobre todo, elegía la ropa que debía llevar, las personas a las que debía hablar, la música que debía escuchar. Si quería defenderme todo se ponía peor, empezaba a insultarme y a tirar cosas. Vivía aterrada, cada vez que volvía de la escuela a casa me sentía aterrada porque sabía que lo vería a él. Lo único que quería era que saliera de nuestras vidas, muchas veces se me pasó por la cabeza matarlo. Muchas veces le dije a mi mamá que se fuera conmigo, que yo podía trabajar y mantener a la familia, pero ella se negaba a ir, decía que ese era nuestro lugar, al lado de él. Cuando le preguntaba entonces porqué seguía con él, ella decía que era porque no quería criar otro hijo sola, que fue lo que hizo conmigo. Esa fue una época triste de mi vida que preferiría olvidar”. (Fernanda-Brasil)
top of page
bottom of page
Comments