“Tengo varios amigos pero Edy es el mejor. Con él todo es increíble, no hay pierde: siempre puedes ser tú mismo, decir un chiste estúpido si quieres, él siempre se reirá, estará contigo. Más que amigo, es mi hermano. Estamos unidos por el alma. Edy y yo salimos muy a menudo y la pasamos genial. Yo empujo su silla de ruedas y sus ojos son los míos porque yo solo puedo ver del lado izquierdo. Vamos al cine, a la playa, escuchamos música en su casa o nos ponemos a discutir series. También hablábamos de nuestros sueños y planes de vida. Es increíble. No dejamos que nuestras discapacidades físicas nos derrumben. Sabemos que es la vida que nos tocó vivir y ponemos nuestra mejor cara para sacar el máximo provecho de ella. Como muchos chicos de su edad -18 años-, Edy aún no tiene muy claro qué quiere hacer con su vida. No es que yo sea un experto, también soy joven, pero trato de aconsejarlo sobre eso. Conocí a Edy hace siete años cuando fui a trabajar de voluntario en su colegio. Por cosas de la vida me convertí en su padrino de confirmación y ahora aquí estamos. Edy tiene mucho para dar. Solo quiero que sea feliz.” (Lima-Perú)
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