“¿Qué sería de la vida si no existieran las amantes? Todo se volvería aburrido, plano, insípido. Las aventuras son una diversión, un relajo, el antídoto para soportar las responsabilidades de la vida adulta. Yo le habré sacado la vuelta a mi esposa con más de cincuenta hembras, pero nunca me ha encontrado. El secreto es casarse con una mujer sana, de su casa, que no tenga cucarachas en la cabeza. Mi esposa nunca me agarra el celular, respeta mi privacidad. También uno debe poner de su parte, ser responsable con sus obligaciones como esposo y padre. Yo nunca he faltado para las fechas importantes, como cumpleaños de nuestros hijos, bautizos y cenas familiares, todos los días llego a dormir a casa. La nota la hago en la tarde, en un par de horas, nada más. Parece mentira, pero esas escapaditas hacen que la relación se oxigene, dure, se constituya la familia, que al fin es lo que más importa, porque siempre es tu apoyo psicológico y emocional. Claro que al principio uno se siente mal porque está engañando, se promete que no lo volverá a hacer porque da pena la traición, pero no se puede, pasa algún tiempo y después vuelves a las andanzas. Está en la naturaleza, en los genes. Sé que no está bien lo que estoy haciendo, que no estoy siendo como se supone que debería ser, pero al menos estoy haciendo lo mejor que puedo con lo que soy.” (Lima-Perú)
