"En tres oportunidades pude haber sido padre y en todas ellas mi pareja y yo decidimos abortar. Por ese entonces yo era un tipo más, un cojudo que paraba de fiesta en fiesta y cuya mayor preocupación era no tener dinero suficiente para la próxima ronda de cerveza. Pero yo era consciente de mi mierda, yo sabía quién yo era: un inmaduro de mierda que de tener un ser humano a su lado sólo le traería sufrimiento a esa nueva vida. Todo el tiempo las personas tienen hijos por tener. Se sienten solas, se acuestan con alguien y ya son padres. Dicen amar - a estas nuevas vidas que han creado -, pero ahí los tienes: priorizando el trabajo y amigos que tiempo con sus hijos, sin la paciencia suficiente para involucrarse en el mundo de ellos, o reprochandoles porqué no pueden ser tan inteligentes como sus demás compañeritos, renegando porque se enfermaron o necesitan ropa nueva y para eso tienen que sacar plata de sus bolsillos, haciéndolos sentir que son estúpidos, una carga, menospreciando sus sueños porque son niños y no saben qué es lo que quieren para la vida, como si los adultos en verdad supieran qué es lo que quieren para las suyas. Sí, aborté tres veces, y aún me duele cuando lo recuerdo, pero siento cierta tranquilidad al saber que no sometí a una vida de mierda a otras tres personas en el mundo." (Lima-Perú)
*Imagen referencial
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