“Es un trabajo sucio pero limpio. Recojo basura de las calles y con mi sueldo ayudo a mis cinco hijos y nietos. No es mucho, pero con el dinero que les doy mis nietos pueden ir a la escuela, comprarse algo de ropa, visitar al médico. Sé que no es mi obligación darles –a mis hijos- porque ellos ya son mayores de edad, pero de niños no pude estar con ellos, su padre me alejo de ellos, y hacer esto que hago ahora es una forma de reparar eso. Me hace sentir orgullosa de mí misma el poder ayudar. Siento que cumplo con mi parte. Ellos viven en otra ciudad, y aunque algunas veces me pongo triste pensando en lo que perdí por no verlos crecer, trato de verlos seguido. Sueño con algún día volver a casa y vivir todos juntos, como una familia." (Lima-Perú)
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