“Yo soy muy sentimental y cuando discuto con mi enamorado me pongo a llorar. Es entonces cuando Lazzy viene a mí, se tiende a mi lado y colocando su patita sobre mi pecho, me consuela. Sé que sonará a cliché, pero Lazzy es como mi hija. Algunas veces salgo cansada del trabajo y el solo hecho de verla hacer la fiesta cuando llego a casa, me alegra el día. Cuando salimos al parque a jugar yo me escondo detrás de un árbol y ella me empieza a buscar. De repente grito su nombre y viene corriendo a mí con un entusiasmo del que no tienes idea. Si me pongo a acariciar a otro perrito, Lazzy se acelera, me hace una escena de celos y no quiere saber nada de mí. Si estoy cansada y me tiro en la cama Lazzy se echa a mi lado y como si fuera persona se tiende pansa arriba. Es increíble cómo un animalito puede conocerte tanto, cómo puede entenderte incluso más que una persona, más que tú mismo. Lazzy es el tercer perrito que tengo, los otros dos se perdieron. Si pierdo a Lazzy no sé lo que haría, seguramente no volvería a tener mascota, porque ella ya es parte de mí.” (Cajamarca-Perú)
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