La educación no es una buena herencia

“¿Educación? Creo que la mejor herencia que les puedo dejar a mis hijos no es tanto la educación, sino una buena personalidad. Enseñarles a valerse por sí mismos, a morder el polvo y seguir, a hacerse responsable de sus actos y no dejar que el miedo al fracaso los detenga, a hacerse respetar, a saber decir ‘no’ cuando tengan que hacerlo, esas son cosas que no te enseñan en las aulas y sin embargo necesitas para hacerle frente a la vida, son cosas que les servirán cuando yo ya no esté acá. Yo soy del campo, nací criado en el cerro. Allá me enseñaron a cultivar, criar animales y comer de eso. Así crecí. A mí mi mamá me dijo un día, cuando salí del colegio y me vine a la ciudad: ‘Hijo, yo no sé leer, pero como sea sacaste tu cuarto de media, y yo hijo ya no te puedo ayudar. Con eso –con el cuarto de media- creo que te vas a poder defender, usted es habiloso, use su cabeza, no ande haciendo estupideces, trabaje y va a tener’. Y dicho y hecho: usé la cabeza, trabajé y tuve: yo mismo construí mi casa, formé mi familia y fundé mi empresa. Y eso trato de enseñarles a mis hijos, les digo que la vida tiene altos y bajos y que un título no es garantía de nada, que lo importante es cómo le haces frente a la vida, y que una vez hayas aprendido a batallar con eso, las cosas caerán por su propio peso.” (Calama-Chile) *Imagen referencial, tomada de Humans of Amsterdan