“Estoy en una etapa donde encontré mi vocación. Tardé bastante tiempo, di muchas vueltas, pero creo que lo encontré, casi de casualidad, pero lo encontré. Yo estudié literatura y también me dediqué a la fotografía. No era que no me gustase lo que hacía, solo que no era algo que me convocaba tanto como lo de ahora. En mi ciudad había un planetario hermoso y siempre iba a él. Podía quedarme largo rato mirando la réplica del universo tratando de entender cómo funcionaba. Fue tanto el deseo por entender que me metí a un curso de astronomía. Durante las clases escuché muchos mitos astronómicos y me interesé particularmente en los de la cultura Mapuche. Me fui al sur de Argentina y saqué fotos de los lugares donde aparecían esos mitos y vi exactamente en el cielo todo lo que estaba plasmado en ellos. Supe entonces que había algo más, que todas esas historias que nuestros antepasados nos habían dejado no eran producto de la imaginación ni mucho menos de la casualidad. Bajo esa idea me puse a estudiar sobre cosmovisiones andinas y lo que aprendí me impactó. El avance tecnológico, científico que tenían las culturas andinas sobre el cosmos era tan exacto –o incluso aún más- como con el que cuenta el hombre moderno, que te lleva a pensar si realmente nosotros somos los modernos. Sin embargo, toda esa riqueza no tiene la divulgación que merece. Siempre que hablamos de mitos lo primero que se nos ocurre es Grecia, y no debería de ser así. Lo que quiero ahora es cambiar esa realidad a través de fotografías y textos. Entonces ahora estoy interesada en eso, en propagar las historias de los pueblos amerindios. Todo eso le da nuevo brillo a la vida. Siento que puedo orientar mejor mi energía.” (San Pedro de Atacama – Chile)
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