"Amo el movimiento, cambiar de lugar, crear mis oportunidades de manera constante y conocer nuevos puntos de vista que me ayuden a ampliar mi comprensión de la vida. Por eso salí hace dos años de casa para viajar por Latinoamérica, pero de un tiempo acá la ligereza de esa vida se ha convertido en un peso difícil de llevar. Siempre yendo y viniendo, no terminaba de desempacar cuando tenía que volver a hacer la maleta y partir, sin pertenecer a algún lugar ni ser de alguien, siguiendo la ruta del viento, toda la magia de esa vida vagabunda me llevó a comprender que estaba viviendo un tanto a la ligera, un poco superficial, sin llegar a conocer realmente a las personas ni ellas a mí. No era que no me gustase más quien yo era, solo que necesitaba un respiro de mí misma, así que se me ocurrió un plan.
Atins es una de las playas más hermosas del noreste brasilero. El contacto con su costa suave y arenosa le da al visitante eso que no hay en la ciudad: intimidad y serenidad. El año pasado estuve en Atins y conocí gente muy linda -y un chico, aunque odie admitirlo, conocí a un chico- con la que compartí agradables momentos. El recuerdo del tiempo vivido en la playa flotaba en mi memoria como una burbuja reluciente que solo miraba pasar, ¿pero por qué no alcanzar?, ¿por qué no volver a los lugares en los que algunas veces fuímos felices?' Con esas ganas de revivir tiempos felices junté el dinero que me quedaba y compré un tickete de avión para volar a Atins a mediados de este año. Iría a visitar a la segunda familia que tenía allá -y al chico, no olvidemos al chico-, trabajaría toda la temporada de verano y luego -antes de cumplir los veintiocho años- iría a Europa. Estaba muy emocionada porque al fin tenía un plan y eso me inyectaba de ilusión y energía, lo único que tenía que hacer era esperar a que llegara junio. Pero ya sabes, siempre es lo mismo, a la vida no le interesa los planes que hagas, porque ella viene como un niño engreído que de momento a otro te desbarata todo. Eso fue lo que pasó cuando, estando en Colombia, estalló lo de la pandemia.
No terminaba de comprender lo que estaba pasando cuando de un momento a otro me vi sentada en un avión rumbo a casa sin que en realidad lo deseara.
De eso ya casi dos meses, hace unos días estuve deprimida. No es que no me guste estar en casa, solo que siento que no es mi lugar, todo es vacío y monótono, justo como lo empezaba a sentir antes que tuviera el plan. Pero tengo otro plan, uno para evitar que la energía que me queda desaparezca, y este pasa por despersonalizarlo todo, pensar mi estadía aquí como si fuera parte de mi viaje, una escala, así tal vez pueda ver con otros ojos a mi familia, y pueda finalmente solucionar algunos problemas pendientes que tengo con ella." (Longchamp-Argentina)
