“La primera vez que estuve en el piso fue cuando murió mi madre. Después de eso me fui de la China para vivir en Australia donde con un poco de esfuerzo pude rehacer mi mundo. Feliz de contar con nuevos amigos que eran como mi familia, quise realizar un sueño pendiente: viajar por Sudamérica. Perú sería el último país que visitaría antes de regresar a Australia para continuar con lo mío, pero una vez aquí estalló la pandemia y prácticamente lo he perdido todo.
No puedo volver a Australia porque mi visa expiró y no tengo forma de renovarla sino dentro de algunos años. Regresar a China no es una idea que me motive porque allá prácticamente no cuento con nadie: desde que mi papá se separó de mamá, él formó su propia familia y no me siento bien entrando a su mundo. Aún si regreso a China, no sé qué tan sano sea, porque después de haber vivido en libertad durante estos últimos años, estar en un país donde todo el tiempo te dicen qué hacer, cómo pensar, cómo vivir, es como ponerme el grillete yo misma, y no estoy dispuesta a perder mi identidad. He tratado de no pensar mucho en eso -el futuro-, pero me resulta imposible, porque el dinero se me está acabando y necesito ganarme la vida. Pero sobre todo necesito lo que todo ser humano necesita: amor, comprensión, soporte, amigos, familia, ¿cómo conseguir eso tan lejos de los míos, en un país que, si bien tiene gente muy hermosa, se mueve con una mentalidad diferente a la mía? Me siento como la vez que perdí a mi madre: sola. Esta es la segunda vez que estoy en el piso.” (Lima-Perú) “
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