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El hombre que rechazó un millón de dólares

“Imagina que te ofrecen un millón de dólares por hacer algo que no te gusta. Ahora imagina que debes trabajar en eso hasta que te encuentras próximo a la muerte, pero de repente tienes la posibilidad de volver el tiempo atrás, ¿aceptarías el millón a cambio de tu libertad? Te soy sincera, yo hubiera ido tras el dinero, pero conozco a alguien que tuvo la oportunidad y no lo hizo. Su nombre es Jerome Jarre.

Es un video de tres minutos donde Jerome cuenta cómo una agencia de publicidad le ofreció el contrato soñado a cambio de quedarse con ellos. En el momento de la oferta, Jerome recuerda todos lo que tuvo que pasar para llegar hasta ahí: apuros económicos junto a su madre cuando era niño, bullying durante la adolescencia y cómo eso lo empujó a las drogas. Recuerda también cómo, cansado de esa vida, decide ‘sentar cabeza’ y fundar su propia empresa, pero fracasa. Con cincuenta dólares en el bolsillo, pero con mucha fe en sí mismo, Jerome llega a Nueva York persiguiendo el sueño americano. Pasa hambre, pasa frío, cada instante es una oportunidad para rendirse y volver a casa, pero él prefiere seguir soñando durmiendo en el piso. Para sobrellevar esa vida dura, Jerome se crea una cuenta en Vine donde de rato en rato sube videos graciosos burlándose de la sociedad y de sí mismo; pronto se convierte en una estrella de las redes sociales.

Almuerzos con celebridades, viajes alrededor del mundo, esa era la nueva vida de Jerome a sus veinticinco años. Y cuando la oferta del millón llegó a él como la recompensa del que se arriesga para confiar en sí mismo, Jerome la rechaza, porque cae en cuenta que aquello que lo había llevado hasta ahí era precisamente lo que empeñaría al firmar el contrato: su libertad, la potestad de decidir de hacer con su vida lo que quiera, y que defender ese valor pasaba por ser más grande que uno o cien millones, que por su propio talento, incluso.

A mí no me tocó pasar ninguno de los apuros que Jerome pasó. He tenido más bien una vida bastante tranquila donde mi mayor preocupación ha sido no conseguir lo que los demás esperan de mí. Cuando todo eso me agobia pienso en Jerome y la paz que debe sentir al decidir no vivir bajo los ojos de los demás, y me gusta. Algunas veces las personas necesitamos a alguien que nos ayude a recordar lo bueno que podemos llegar a ser.” (Buenos Aires – Argentina)


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