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El hombre que dibujaba con el sol


“Me llaman ‘Mario Lupa’ porque con una lupa hago tallados sobre madera utilizando los rayos del sol como cincel. La técnica es sencilla. Sobre una madera dibujo a lápiz lo que quiero tallar. Luego tomo una lupa y con ésta voy repasando el bosquejo. Los rayos del sol, amplificados por el vidrio, empiezan a quemar la madera y el trabajo queda listo. La idea se me ocurrió cuando era niño. Vivía en un pueblo donde no había mucho que hacer así que siempre andaba tallando y tallando. Un día me regalaron una lupa. Con ella me metí al río a ver debajo del agua. Tras la lente todo se veía super raro, más puro, más claro; me volví loco. Entonces pensé: ‘¿Cómo sería si hago esto sobre madera?’. Pero no sé por qué nunca lo intenté y la idea quedó ahí. Cuando cumplí treinta y seis años mi esposa salió embarazada y me quedé en casa cuidando de ella. Sin mucho que hacer, me aburría, hasta que la idea de mi infancia volvió. Estaba en Antofagasta, un lugar con mucho sol, así que aproveché. El primer dibujo que hice fue una abeja. Demoré como un mes en hacerla. Me gustó. Empecé a tomarlo como un hobbie. Amigos veían lo que hacía y me decían que les parecía extraordinario. Hacía algunos tallados por encargo pero nada que comprometiese el tiempo que le dedicaba a mi trabajo en la mina. Fue pasando el tiempo y cada vez iba perfeccionando mi técnica. Mandé a hacer unos lentes especiales que me protegieran de los rallos UV, y descubrí los lugares y horas exactas para hacer el trabajo. Yo llevaba nueve años haciendo este tipo de arte cuando me echaron de la ‘pega’. Cuando cumples cierta edad las mineras te dan la espalda aun así tengas un currículo extraordinario. Busqué algo por un tiempo pero nunca obtuve nada estable. Las cuentas seguían llegando y yo tenía que encontrar una solución. Un día entonces decidí salir a las calles a vender mis cuadros. En los últimos cuatro años había acumulado sesenta cuadros que exhibí en un mercado de pulgas y, extraordinariamente, los vendí todos. ‘Se venden, los trabajos se venden’, le dije a mi esposa cuando ese día llegué a casa. Desde entonces he recorrido todo Chile gracias a mi trabajo. Incluso pude cumplir un sueño que tenía de niño, que era llegar a Brasil. Me cambié el nombre a ‘Mario Lupa’ y puedes encontrarme todos los días de sol en este lado de la calle.” (San Pedro de Atacama-Chile)

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