“Sí, vivir viajando es vivir soltándolo todo, es dejar ir aquello que no quieres como ciudades, trabajos o personas que te quitan energía. El viaje es lo más parecido que hay a la libertad, pero hay algo que no puedes soltar, algo en lo que todos estamos en cierta forma presos, y eso -para bien o para mal- es la necesidad de amar. En estos dos años que tenemos viajando juntos nos hemos dicho adiós tantas veces solo para darnos cuenta lo mucho que nos extrañamos. Él, con sus frases hechas y tonterías de niño, con las cagadas que de rato en rato se manda no porque las haga de manera intencional, sino porque -y eso es lo que me da más rabia- las hace sin pensar. Yo, algunas veces caprichosa y otras engreída, siempre impulsiva y sin temor a sacar lo mejor o peor que tengo dentro. Así somos y es así como nos aceptamos, pero sentíamos que el mundo no, así que ambos mandamos el mundo a la mierda y construimos nuestra propia versión de él.” (Lima-Perú)
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