El día que no me importó caerle mal a alguien

“Yo antes pensaba que si yo era buena persona podía caerle bien a todo el mundo, y no, no es así, hubieron dos experiencias particulares en mi vida que me hicieron ver la realidad. Una de ellas fue cuando trabajaba para una familia. No sé si la mamá tenía doble personalidad o era bipolar, pero ella -por un lado- siempre lo llevaba todo muy bien, por el otro, sobre cualquiera de sus seres queridos, hablaba muy mal. Hablaba mal de su marido, de su mejor amiga, de su hermana, cuando los tenía en frente, eran flores, pero después, hablaba mal. Pensé entonces que algún día sucedería conmigo. Así fue. Yo había entablado muy buen relación con una de sus hijas porque coincidíamos en muchas cosas, jugábamos, hablábamos, se generó buena onda. Una tarde, la nena se enteró que yo saldría con unas amigas y quiso prestarme ropa. Yo no se la quise recibir porque no me iba a poner ropa de una niña de once años, pero, por no querer que se sintiera despreciada, acepté. Al día siguiente la niña le contó super entusiasmada a la mamá lo que había hecho, y esta, enojada, le dijo: ‘No, Catalina se está aprovechando de vos porque quiere utilizar tu ropa, se acerca a ti porque tienes ropa linda’. Yo lo escuchaba todo desde mi habitación, sentí cómo el corazón se me estrujaba al no poder entender por qué si había hecho todo para ser respetada, ella me trataba así. A los pocos días dejé la casa y eso me hizo madurar, cambiar. En mi vida yo antes era super ligera, muy confiada, y no, no es así, hay gente de tu tipo, hay gente con la que no te vas a llevar y no es necesario hacerlo, no hay drama, aprendía a escucharme, a saber qué es lo que quiero y con quién me siento cómoda. Y bueno, ya está, ya lo solté.” (Córdoba-Argentina)