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  • Foto del escritorPersonas de Latinoamérica

El día más triste de mi vida

“Ese fue uno de los días más tristes de mi vida. Mi papá estaba molesto porque desobedecí una orden suya: por la mañana, en contra de lo que él había indicado, fui a bailar marinera. No le importó que hubiera ganado el concurso ni que me premiaran con dinero que llevé a casa. No, él solo quería darme un castigo ejemplar para que yo me alejara de algo que -según decía- no me iba a dar de comer en la vida. ‘Trae tu traje, lo voy a quemar’, me dijo. No reclamé, mi papá siempre fue un hombre de pocas palabras que cuando decía que iba a hacer algo, lo hacía. Además, ¿arriesgarme a darle la contraria solo para que me golpee como lo había hecho otras tantas veces? No tenía sentido. ‘No te preocupes -le dije-, yo lo voy a quemar. Yo me mandé a hacer el traje, el sombrero, los zapatos, la faja, el escapulario, todo, yo me mandé a hacer todo, así que yo lo voy a quemar’. Él me miró confundido, no esperaba esa respuesta. Mi papá sabía lo importante que la marinera era para mí. Desde niño, cuando regresamos de Japón, y por consejo de mi tía, me metí a practicar marinera, convirtiéndose el baile para mí en un estilo de vida. La marinera era la forma que tenía de relacionarme con los demás, de hacer notar a las personas que yo existía sin tener que fingir algo que no era. Mis tíos y hermanos me apoyaban, en la escuela y la calle igual. Iba a concursos que ganaba, daba presentaciones particulares. Me di cuenta que a la gente le gustaba porque era como si la gracia, la pasión, el detalle que yo le ponía a cada uno de mis pasos, les recordara cierta magia que ellos habían perdido. El problema era mi papá, él no podía valorar la belleza si esta no le daba de comer. Siempre fui orgulloso, así que al decir que yo iba a quemar el traje, era como retar a mi padre, era imponerle que yo valía mucho más que él, más que su miedo, su odio, o sabe Dios lo que haya sentido. Y así lo hice así, lo quemé todo, delante de él, lo quemé todo. Él me miró asustado, mi rostro inexpresivo frente al fuego incendiando todo lo que yo era, sin que se me cayera una lágrima, lo asustó. Esa noche me sentí mierda conmigo mismo, algo en mí cambió. Desde hace años no he vuelto a bailar marinera.” (Lima-Perú)



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