“Algunas veces alcanzaba a escuchar: ‘Busca un trabajo de verdad’, pero yo estaba tan conectado en lo mío que no importaba, seguía tocando. Yo no necesito eso para mi vida, ¿sabes? No quiero dedicar mi tiempo a conseguir carro, casa y todo eso que te hace sentir ‘seguro’, que te da falsa seguridad. Yo quiero música en mi vida, algo real, algo que sé ellos no tienen. Y no se trata de sentirme superior a ellos, para nada. Se trata de sentirse vivo. Yo siento el regalo de la vida en cada acorde que doy porque estoy retratando las emociones. Porque no se trata solamente de que suene bonito, sino de proyectar más allá de lo que ya tienes, del contacto real con la gente. He visto llorar a personas con mi música. Yo también me emociono varias veces cuando me doy cuenta que hay melodías que tienen una profundidad que a mí también me conmueven. La música, el arte, es un encuentro con uno mismo, algo que ninguna cuenta bancaria te puede dar.” (Cusco-Perú)
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