“Fue horrible. Recuerdo que esa mañana mi mamá y mi hermana me despertaron para contarme lo que había pasado: ‘Tu tío se ha metido una embarrada’, dijeron, y al rato salieron de la casa y yo me quedé con mi abuela y mi hermana. ‘Tu mamá, dónde andará, te apuesto que anda en el shopping’, decía mi abuela, sin saber lo que había pasado. Y así llegó la hora del almuerzo y de nuevo: ‘Tu mamá, dónde andará, a qué hora llegará’. Y no me sentía capaz de contarle donde estaban y la razón, porque era muy fuerte, yo me sentía muy chica para hacerlo. Y es que cómo le dices a alguien que tu tío, tu tío favorito, después de prenderle fuego a su pareja se suicidó de un escopetazo en la cabeza. Sucedió la víspera de navidad, todo estaba muy bien planificado. Mi tío llegó a la casa de su entonces ‘polola’ (enamorada), llevó regaló para los hijos de ella, pasaron un rato en familia, y después, cuando llegó la hora de la despedida, le dijo: ‘¿Me puedes ir a dejar afuera?’. Salieron hasta la entrada de la casa y de ahí mi tío sacó una botella de parafina, se la roció encima y le arrojó un fósforo encendido. Después él llegó a casa, llamó a mi prima –su hija-preguntándole si estaba todo bien. Mi prima dijo que sí pero lo sintió medio raro. ‘Perdóname por no ser el papá que tú esperabas’, fue una de las cosas que él le dijo a ella mientras hablaban. Fue una conversación muy linda pero también muy extraña, por lo que me contó mi prima. Luego de eso le escribió una carta a mi mamá, le dijo que estaba muy orgulloso de la familia que ella había formado, que le habría gustado hacer lo mismo, pero que siempre se sintió diferente, que sentía que nunca encajaba del todo en este mundo. Antes de despedirse pidió que apoye económicamente a su familia y se suicidó. Antes de que toda esta tragedia pasara, cuando veía noticias similares en la televisión yo criticaba de manera muy fea a las personas que hacían eso. Hoy, después de todo el proceso que vino después de la tragedia, sé que mi tío tenía una enfermedad mental, era depresivo y además padecía de celopatía, y tú a una persona enferma no la puedes condenar, puedes juzgar su accionar pero no la puedes condenar.” (Santiago de Chile – Chile) *Imagen referencial, tomada de Humans of New York
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