“Soy chofer de camión y tengo dos hijas estudiando en Europa, no es fácil, a duras penas puedo pagar la manutención de una de ellas y eso me hace sentir muy culpable. Un día normal en mi vida es levantarme a las siete de la mañana, tomar una taza de café puro y empezar a manejar. Paro a la hora del almuerzo y procuro una comida barata. Por la noche tomo dos latas de cerveza como cena y luego me voy a dormir para a la mañana siguiente volver a empezar. Trato de gastar lo menos posible en mí para enviarles el dinero a ellas. Vivo una vida demasiado solitaria, repleta de carencias, nunca salgo, paso mi vida en el camión, vivo en el camión. La mente humana es un problema, tengo sentimientos de culpa (al pensar que) si cuido de mí dejo de cuidar de ellas. Yo les digo a mis hijas que los tres estamos remando un mismo barco, que cuando uno avanza el otro avanza, mi parte es trabajar y la de ellas estudiar. La victoria de cualquiera de ellas es la victoria de los tres.” (Camboriú-Brasil)
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