“Fui madre muy joven, a los veinte años. Desde esa edad hasta ahora han pasado dieciséis años en los que me he dedicado a mi hija con todo el amor del mundo, pero eso está a punto de cambiar. Mi niña ya está grande, sabe qué es lo bueno y lo malo, yo aún estoy joven y tengo ahorrado algo de dinero, creo que es el momento perfecto para escucharme, para cumplir un sueño. Desde niña siempre tuve fascinación por los países de Oriente Medio, pero después formé familia y las ganas quedaron ahí. No es que haya sido esclava de mi hija durante todo este tiempo, también he ido a fiestas y tenido amistades, pero eso solo distraía mi mente. Porque mi mente estaba siempre en Oriente Medio, parte del mundo que ya de adulta pude visitar, pero que solo ahora sé quiero echar raíces allá. Simplemente siento que ese es mi lugar: la gente es amable, hay historia y la arquitectura es increíble. Mi plan es terminar la maestría el próximo año e irme a enseñar español y vivir sola al Cairo. Sí, sola, sin mi hija, ella se quedará bajo su propio cuidado estudiando en la universidad. Confío en ella porque es una chica muy lista y juiciosa, y siempre nos estamos comunicando. Además, hemos hablado del hecho de mi partida y ella está de acuerdo. Me dice que es mejor así porque ella se cambiará de ciudad cuando tenga que ir a estudiar y yo me quedaré sola. Y sé que es verdad, porque después de la universidad seguramente formará familia y yo no puedo quedarme sentada mirando cómo pasa mi vida sin ella. Al inicio la separación nos dolerá, pero como todo en la vida, nos iremos acostumbrando. Creo que lo que haré es una de las lecciones más grandes que puedo darle: no importa cuánto tiempo pase, no importa las circunstancias que tengas que atravesar, trata siempre de escucharte, de perseguir un sueño, aun cuando tengas que soltar la mano de la persona que más amas.” (Cuenca-Ecuador)
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